lunes, 6 de enero de 2014

EL IRLANDÉS

Siguiendo con la búsqueda de buena cerveza y su sagrado servicio en la ciudad de Valparaíso, dí con un lugar largamente recomendado por los conocedores del rubro y amantes de la cebada y el lúpulo: "El Irlandés". A continuación les dejo las impresiones de la visita.



1. Variedad de cervezas (5/5): Cuando se llega al lugar lo primero que enfrenta el comensal es un grueso libro con tapas de ecocuero, con el aspecto exterior de una carta de restaurante de comida china.
La sorpresa comienza cuando, al abrirlo, aparecen páginas y páginas de tarjetitas, una alineada junto a otra, las que dan cuenta de la gran variedad de cervezas en botella (nacionales e importadas) que pueden encontrarse en el bar. Cada una de estas tarjetitas señala el país de origen de la cerveza, su estilo y graduación alcohólica. Además, estos artefactos nos muestran una pequeña imagen de la etiqueta de las botellas, como también proporcionan una descripción, breve pero concisa, de lo que se puede esperar de cada bebida.
Sólo como referencia, y sin afán de ser 100% exhaustivo, en la sección nacional del nutrido catálogo se pueden encontrar las siguientes marcas: Del Puerto, Ruberg, Granizo, Kross, Rothhammer y Szot.
Por su parte, la sección internacional ofrece cervezas alemanas (Erdinger); belgas (Rochefort, Delirium Tremens, Maredsous, Saint Martin, St. Bernardus, Gulden Draak, Bruegel, Karmeliet, La Chouffe, Duvel, Kwak, Augustijn y Lieffmans); danesas (las premiadas Mikkeller en más de 20 variedades, si ¡más de 20!, To Øl, Beer here y Amager); y norteamericanas (Weyerbacher, Dark horse y Rogue... nuevamente, y aunque parezca increíble ¡en más de 20 tipos!).
Las salidas de schop, en tanto, son ocupadas por barriles de la cervecería nacional Kross de Curacaví, en una rotación de sus clásicas variedades. El día de la visita se encontraban "pinchadas" la Kross 5, Kross Golden Ale y Kross Stout. La cuarta salida de cerveza fresca estaba reservada para una sorpresa, a la que ya dedicaré unas palabras sobre el final.

El variopinto espectáculo que ofrecen los refrigeradores de "El Irlandés" .

2. Precios de las cervezas(*) (3/5): Los valores son tan diversos como la carta de cervezas. Hay opciones nacionales desde los $2.400, como también algunas exclusividades importadas que se elevan hasta los $12.800; pasando por el variado abanico de precios intermedios.
Se puede pensar que los precios son irrisorios e impagables, pero debe tenerse en cuenta que algunas cervezas que acá se venden a precio alto son costosas y exclusivas ya en sus países de origen, a lo que debe sumarse los valores de importación y, era que no, el valor agregado que entrega el local. Hay una larga cadena de intermediación que, claramente, no es gratuita, pero que puede reducirse en cierta medida. Ya gastaré un par de renglones en esto último.

(*) Los precios expresados acá son los vigentes al día de la visita. Constituyen simplemente un valor referencial, esencialmente modificable por el vendedor.

3. Carta de comidas (2,5/5): Sin mayor pretensión, honesta y directa. Este local está pensado para que la gran protagonista sea la cerveza, por lo que la comida pasa a un segundo o tercer plano. Entre lo que se puede encontrar destacan hamburguesas, quesadillas, snacks (con base de "doritos") y una sencilla pero funcional tabla de quesos (tres tipos de queso, palmitos, aceitunas y salchichas picadas), la que resultó ser la elección de la tarde - noche.

4. Calidad de Servicio (5/5): Atención adecuada y preocupada en la satisfacción del cliente. Los dependientes se dan el trabajo de orientar al parroquiano en el mar de cervezas que ofrecen, como verdaderos faros en medio del océano. Asimismo, los meseros logran resolver dudas técnicas de mediana complejidad de forma acertada y amable, exhibiendo los productos que ofrecen y proponiendo lo que más se acerque a los gustos e inquietudes del consumidor, demostrando preparación y pasión por su trabajo.

5. Ambiente (espacios, distribución música, decoración y estilo) (4,5/5): El nombre y la enorme bandera que flamea en la entrada del bar, ya adelantan lo que encontraremos al traspasar el umbral de la puerta: un trocito de Irlanda encallado en el puerto de Valparaíso.
Se trata de una nave amplia, con dos niveles, que tiene a una larga barra de madera noble con sus respectivos pisos de aspecto rústico como protagonista estelar, secundada de variadas mesas en el mismo material, rodeadas de sillas (que a mi juicio desentonan con el concepto y estética del bar), poltronas o incluso sillones de dos o tres cuerpos según el caso.
El lugar da una sensación nocturna, incluso cuando se entra de día, primando un ambiente algo lúgubre, pero que logra dar una sensación hogareña con sus velas montadas en improvisadas botellas - candelabro.
En cuanto a la música, lo que se escucha son esencialmente singles anglo, ya sea de estilo rock o pop. El volumen resulta adecuado e invita a mantener una conversación.
Como "bonus track" resulta importante destacar que, de vez en cuando, hay músicos tocando en vivo. Sin ir más lejos, el día de la visita se presentó un trompetista cubano, que interpretó algunos temas populares arreglados para este instrumento.
En síntesis, cada detalle de la decoración procura reproducir lo que se podría encontrar en una cantina de Dublín, pero teniendo la deferencia de recordar y reconocer que se está en la costa chilena.



Vista del primer piso del Bar.

6. Baños (3,5/5): En el caso del baño de hombres, el espacio impresiona como reducido, tomando en cuenta las dimensiones del lugar y el potencial número de clientes que puede tener. Al entrar la luz se enciende automáticamente, dejando a la vista 2 urinarios y 2 sanitarios con un aseo adecuado. Hay tres tipos de jabón disponibles (me imagino que ya sabrán cuales son colores de cada uno) y papel higiénico. La ubicación del lavamanos no es muy afortunada, ya que queda justo al frente de la puerta, con un estrecho espacio que se disputa entre quien abre la puerta y quien ocupa el lavamanos. Me resulta Imposible olvidar ese detalle, máxime cuando recibí un portazo en la espalda de parte de un contertulio.
La enviada especial @casava_ reporta que el baño de mujeres se encuentra exclusivamente en el segundo piso (desventaja que no sufren los varones que tienen el baño en el primer piso), tiene un tamaño adecuado e, igualmente, cuenta con un sistema de encendido de luz automático. Hay dos sanitarios con sus respectivas casetas, pero con papel higiénico fuera las mismas, lo que puede resultar una incomodidad. En este caso hay toalla nova y dos tipos de jabón. En cuanto al aseo, reporta la presencia de papeles sucios en el suelo, lo cual se desconoce si es circunstancial o habitual.
Respecto a esto último, y en defensa del local y sus trabajadores, debo decir que los dependientes (al menos el día de la visita) eran exclusivamente hombres, por lo que difícilmente podrían fiscalizar y mantener la limpieza del baño de mujeres sin prestarse la circunstancia para algún mal entendido.

7. Ubicación y locomoción (5/5): El bar se encuentra ubicado en la calle Blanco #1279, cercana al borde costero de Valparaíso. Hay locomoción colectiva por la Avenida Brasil (continuación de Blanco), con la conocida tarifa de $250. Si tiene se tiene una noción de la ubicación del bar visitado anteriormente (Casa Cervecera Altamira), basta con decir que está ubicado relativamente cerca (apenas a un par de cuadras de la Plaza Anibal Pinto), por lo que incluso la variada locomoción que pasa por Av. Condell puede resultar útil.
Es bastante sencillo llegar y reconocer el lugar a la distancia, incluso para alguien que nunca ha estado en Valparaíso como fue mi caso.

8. Lo recomendado y/o imperdible del local: Cuando se habló de las cervezas en schop, quedó algo pendiente. Bien, se trata de una salida que, al día de la visita, tenía como exclusividad un barril pinchado con la portentosa Mikkeller Black: una cerveza danesa del tipo imperial stout, con una graduación alcohólica de 17,5° (si, tal cual, no hay error de digitación), de la cual se produjeron 500 barriles a nivel mundial, y sólo uno de ellos llegó a Chile.
Es una cerveza robusta, de intenso e impenetrable tono negro, con una rica y persistente espuma beige. Es una cerveza innegable y predominantemente alcohólica, pero que a pesar de su graduación muestra un balance y proporción en su receta que la hace agradable de tomar. Por lo mismo el alcohol, si bien domina, permite percibir notas a café, cacao e incluso algo de vainilla, las que persisten en un largo y agradable retrogusto. En definitiva la Mikkeller Black resulta un verdadero "bajativo" cervecero, para degustar y disfrutar lentamente, sorbo a sorbo.


La copa de la foto claramente no es de Mikkeller, sino que es de Augustijn. Este es el formato en que se vende esta cerveza en "El Irlandés", 330 cc por $4.900 (nuevamente, valor referencial al día de la visita, el que puede ser modificado por el vendedor y no le resulta vinculante).

Otro punto había quedado pendiente, y es tiempo de tocarlo. Se habló anteriormente de lo oneroso que resultan las exclusividades cerveceras que ofrece este bar, pero ¿hay alguna forma de aterrizar esos precios?
Al respecto "El Irlandés" brinda un servicio de venta de cerveza importada denominado Gallaghers Beer World, donde ofrece gran parte de su carta a precios más accesibles.
Para hacerse una idea de los precios, Gallaghers Beer World puso a disposición de sus seguidores como oferta de fin de año el siguiente six pack de botellas de 330 cc:

1.- Mexas Ranger de Mikkeller (premiada como la mejor cerveza del mercado nacional en la "Guía de la Cerveza 2014", de Pascual Ibañez).
2.- Crooked Moon Tatoo de Mikkeller.
3.- 19 de Mikkeller (cerveza con 19 tipos de lúpulos).

4.- Monk´s Elixir de Mikkeller.

5.- Belgian Tripel de Mikkeller.

6.- Reparationsbajer de To Øl.



El valor de las 6 era de $12.900 (en resumidas cuentas, $2.150 por botella, sin duda un excelente precio para la calidad y variedad ofrecida). Para mayor información y para ver nuevas ofertas, no duden en visitar http://www.gallaghers.cl/

9. Nota final (28,5/35 - 4/5): Cuando uno entra a "El Irlandés" sabe y siente que está en presencia de un verdadero neoclásico del puerto. Si bien hay elementos que forman parte de esta evaluación que podrían ser mejorados, no puedo dejar de recomendar este bar como una verdadera parada obligada en el circuito cervecero nacional, un peregrinaje que todo amante de la cerveza, que se precie de tal, debe hacer al menos una vez en la vida. La variedad, calidad y, en gran medida, exclusividad de cervezas que ofrece este emporio son prácticamente inigualables.
Cerrando el comentario y volviendo a los fríos números, concluye este informe con una calificación final de 28,5 sobre 35. Promediando y aproximando, sería un 4 de 5.



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